AMIGOS DEL ALMA

jueves, 14 de mayo de 2009


Entra, Señor, en mi corazón, ábrelo de par en par. Entra y abrásalo de rincón a rincón, entra en tropel, no dejes nada sin hacerlo tuyo, toma posesión de toda mí. Si el corazón es tuyo, toda yo lo seré. Y se acabará el ansia, finalizará la pena, el vagabundeo de un lado a otro, de un pensamiento a otro, en este vaivén contínuo que no cesa aunque el alma crea estar ya toda en Tí.

Ven, Señor, y entra, arrasa, destroza la muralla que para Tí levanto, siempre abierta a los demás, siempre dando y ¿para Tí qué guardo? Necesito, Señor, que te apoderes de mí, que no dejes ni un resquicio sin ser tuyo. Encuéntrame si yo no te busco en alguna ocasión, si me distraigo, si te pierdo. Sé que para tí nací y los demás absorbieron mi tiempo y mi vida. Ya no más, Jesús, ya no más...

Ven aduéñate de mi todo yo, en este vivir terreno en que me veo inmersa, no te arrincones en mi vida. Apodérate de todo, de lo de dentro y de lo de fuera. Que sólo a Ti busque, que sólo a Tí encuentre y sólo Tú te quedes en mí.

jueves, 7 de mayo de 2009

AMOR QUE A TÍ REGRESA


Y hoy, señor, llegaste por segunda vez a mi casa, no me cogiste por sorpresa. Casi te esperaba, aunque no tenía la certeza, mi corazón andaba revoloteando entre la dicha de volver a recibirte y el miedo a que no fuera así. Y llegaste, Jesús y no venías enfadado, no traías riña alguna en tu rostro amado. Mil disculpas tenía yo preparadas, no me dejaste descargar ninguna, calla, calla háblame de amor, parece que decías... Toda yo callé y no supe que decirte... Sólo mirarte, sólo el abrazo fuerte, sólo el amor silente, sólo esta herida que llevo en el pecho clavada y Tú, nadie más que Tú conoce. Jesús, mi Jesús, la que solo tus llagas sangrantes, que mis pecados abren cada día, pueden sanarme de los absurdos dolores, de esa nada que duele como si fuera algo.

Señor, has venido, has llegado y yo te esperaba hambrienta, sedienta, necesitada... Cierra mis ojos a todo, vuelve mis oidos sordos, abre, airea esos rincones de mi alma tan cerrados, tan viciados, tan obscuros para que se llenen de luz, de tu luz, para que brille el amor, que salga a borbotones, que reparta, que dé sin temor al rechazo, que llegue a los demás y vuelva a Tí en desbordada crecida de mar inmenso que nunca se agota. Tu amor que va y viene de tu corazón al mío y en el mío no se queda porque me lo diste para repartir a todos, sin mirar ni tocar la forma en que te lo devuelvan.

Amor que es tuyo y a tí regresa.

Gracias, Señor, por venir y quedarte.