OH, Espíritu Santo, sé que estás en mi alma desde siempre, desde que sólo era un bebe, no sabía hablar y daba mis primeros pasos. Siempre has estado en mi, siempre estás, aunque no te sienta, aunque no piense en ello, aunque no me de cuenta, aunque no te haga caso, mi alma y mi cuerpo son tu morada.
Ayer escuché al sacerdote algo que me impresioné, nunca se me hubiera ocurrido y nunca antes lo había escuchado:
Espíritu Santo, Amor del Padre y el Hijo, Tú estás en las almas, en mi alma, aunque pequemos, nuestro pecado no te echa de ellas, nuestro pecado, mi pecado, lo que hace es arrojar porquería, basura sobre ti, hace compartir mi basura con tu presencia en mi alma.
Por eso se dan las grandes conversiones de grandes pecadores porque Tú sigues ahí, en toda alma, dando Luz, dando Amor, dando el Fuego necesario para la verdadera conversión en el tiempo oportuno.
Por eso se dan las grandes conversiones de grandes pecadores porque Tú sigues ahí, en toda alma, dando Luz, dando Amor, dando el Fuego necesario para la verdadera conversión en el tiempo oportuno.
¡¡¡Dulce Huesped del alma!!!