Señor, ¡qué pena!
querer... quererte
y no saber,
querer dártelo todo
y no poder
querer de todo desprenderme
y verme tan atada,
querer llegar alto
y sentirme sólo nada.
Señor ya estás alzado,
a tu altura súbeme,
a tu hueco amarrada,
prendida en la misma lanza,
por siempre allí,
sólo a tus clavos clavada
y enséñame a quererte
al fin, Señor sin trabas.
Fiesta del Sagrado Corazón, Junio 1982
5 comentarios:
Mística por los cuatro costados. Con esos pensamientos, y con esos sentimientos, llegar a santa, seguro que cuesta, pero el Señor ve tu esfuerzo y eso vale un Cielo. Besos.
amar más allá de todas las cosas, sin convenciones ni fracasos
s
Arcendo: nada de lo que hacemos puedo valer un cielo, sólo lo que él hizo y hace por nosotros. Gracias por estimarme demasiado.Besitos
Amor: a veces los fracasos pesan demasiado y desfiguran el amor.
Un beso
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